sábado, 20 de junio de 2015

Kárate, deporte y creatividad



Recupero el texto básico de una entrada del 2013...sí, llevo "años" con este blog...jejeje....mejor no os cuento como va mi six pack...aunque reconozco que ha mejorado...
Kárate y creatividad.
Deporte y creatividad.
Se pueden asociar estos conceptos? Como ya os conté, en 2013 hice una entrada tratando de responder esta pregunta. El texto básico creo que no ha perdido vigencia, así que os lo traigo, sobre todo a los nuevos lectores del blog.

No suele ser frecuente que se asocie creatividad y deporte. Más normal es su relación con el mundo de la publicidad, el arte o incluso la empresa. Pero sí, creatividad y deporte pueden ir de la mano. Mihaly Csikszentmilhayi es un conocido psicólogo que ha estudiado una situación que suele ocurrir tanto en el deporte como en otros ámbitos de la vida: el fluir; que se podría definir como una situación en la cual parece que todo sale bien.
La disposición mental parece importante, y hay conexiones con una mente predispuesta a la creatividad.
Para que la creatividad surja es necesario una mente clara y reflexiva, con una experiencia previa en ciertas habilidades.
Esa es también la conexión entre creatividad y artes marciales orientales, donde se da importancia a la adaptación y a la anticipación de los hechos. Para los que quieran profundizar en el conocimiento del kárate (u otras artes marciales orientales) es interesante que entiendan cómo funciona la mente.

Ese grado de claridad mental solo se puede conseguir de una manera: practicando con disciplina. Tras un tiempo de práctica al final somos capaces de recibir información sin ninguna distorsión.
La práctica es esencial para el dominio de cualquier destreza: un deporte, un idioma, etc...
El niño sabe que necesita adquirir destrezas. Hablar, caminar, usar bien los cubiertos, atarse los zapatos, mojar las magdalenas en la leche, etc. La destreza es una de sus metas. Esa repetición es la clave para que la actividad pueda sentirse como algo propio.
Pero como muchas otras cosas, todo tiene un comienzo. En este caso en la niñez.
El mundo del niño es el juego, a través de esta inocente actividad el niño realiza las exploraciones fundamentales del mundo y su funcionamiento; lo que hace es ejercicios creativos de solución de problemas. Daniel Goleman comenta que que la razón esencial por la cual no es preciso enseñar a los niños cómo ser creativos es que la creatividad es sencial para la superviviencia humana.
Los niños nacen con un enorme potencial creativo, que bien desarrollado podría serles de gran utilidad durante su vida como adultos, sin embargo, existen inhibidores de ese espírito creativo:
*Un exceso de vigilancia. Los niños se bloquean si notan que se les observa constantemente. Una cosa es vigilarlos y otra no darles su espacio.

*La evaluación constante. Si la máxima preocupación del niño es cómo se le juzga lo que ha hecho, nunca podrá centrarse en lo que de verdad le debería importar: el proceso y cómo se siente él mismo con lo que ha conseguido (con sus propios logros).

*Los premios o recompensas. Tiene relación con el punto anterior: si no se administran suficientemente, el niño cae en la indiferencia; si son excesivas, el niño lo considera normal y se desactiva su espíritu creativo.

*La competencia mal entendida. La competencia sana es necesaria y útil, pero una situación continua de ganar o perder proboca una situación desesperada, donde lo importante es el logro final, la recompensa positiva y el sentirse siempre observado y evaluado. Lo importante en edades tempranas es que el niño disfrute con el proceso de lo que realiza, que experimente con sus sensaciones, que haga sus estrategias y sus propias evaluaciones.

*El exceso de control. Instruir, enseñar, corregir o apoyar es necesario, así como cuidar y vigilar, pero si el niño se siente controlado en toda y cada una de las cosas que realiza, dándole constantes instruciones en todos y cada uno de los pasos que tiene que hacer, no conseguirá ninguna autonomía ni disfrutará de esa exploración que necesita hacer del mundo que le rodea.

*La limitación de elecciones. El niño tiene que probar diferentes actividades, y al final encontrará algo que le guste. Cuando esto ocurra tenemos que ofrecerle nuestro apoyo.

*El exceso de presión. No hay nada peor para un niño que imponerle, y muchas veces sin planteárselo a él, una serie de espectativas de triunfo demasiado altas. Cada niño tienen unas capacidades, un nivel de competencia, una madurez propia de su edad. No se debe sentir obligado a la consecución de ciertos resultados para los cuales no está preparado.

*La presión del tiempo. Niños y adultos tienen visiones muy diferentes sobre el mundo y también sobre el factor tiempo. El adulto está más acostumbrado a unos horarios fijos y marcados. El niño no, necesita evadirse de ese factor para recrearse en la activadad que lleva a cabo, disfrutándola, sintiéndola como propia.


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